Quizás uno de los mayores riesgos a los que debe enfrentarse un periodista que se adentra en la investigación, conocimiento, o simple plasmación en imágenes o escritos de realidades crudas, sórdidas o socialmente complicadas es “saber demasiado”. Y si, además, el éxito de su trabajo es reconocido internacionalmente, el riesgo aumenta notablemente. Éste es el tema en el que se centran nuestros compañeros del Grupo 4, Laura, Carlos, David y Mariola, en el vídeo sobre “La vida loca”, el reportaje sobre las “maras” salvadoreñas del ya fallecido Christian Poveda, que han elaborado.
El delito cometido por el fotoperiodista hispano-francés fue convivir día a día con estas “maras” para poder elaborar una información de calidad sobre su funcionamiento y forma de vida y, así, darnos a conocer su situación a nosotros, a personas completamente ajenas a la existencia de un mundo paralelo como es el establecido por estas pandillas callejeras, donde la protección y el respeto dentro de las bandas constituyen una máxima inigualable.
El precio a pagar por la realización de este valioso trabajo fue para Poveda su propia vida. Involucrarse en la investigación de esta opción de vida a la que peligrosamente se acogen los cada vez más jóvenes salvadoreños para mantenerse protegidos en los suburbios en los que viven. Contar su día a día. En definitiva, informar y llevar a cabo, exitosamente, su trabajo.
Mónica Serrano Gutiérrez
El delito cometido por el fotoperiodista hispano-francés fue convivir día a día con estas “maras” para poder elaborar una información de calidad sobre su funcionamiento y forma de vida y, así, darnos a conocer su situación a nosotros, a personas completamente ajenas a la existencia de un mundo paralelo como es el establecido por estas pandillas callejeras, donde la protección y el respeto dentro de las bandas constituyen una máxima inigualable.
El precio a pagar por la realización de este valioso trabajo fue para Poveda su propia vida. Involucrarse en la investigación de esta opción de vida a la que peligrosamente se acogen los cada vez más jóvenes salvadoreños para mantenerse protegidos en los suburbios en los que viven. Contar su día a día. En definitiva, informar y llevar a cabo, exitosamente, su trabajo.
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